Furtivos no gracias

Furtivos no gracias

El aura del furtivo, basada en aquel viejo astuto conocedor del mar de recursos ilimitados y sus secretos, que en la clandestinidad realizaba su oficio de pescador como medio de supervivencia para él y los suyos, hace que aún hoy sea difícil su desmitificación.

El furtivo sigue pareciéndoles a muchos un personaje romántico, un Guillermo Tell del mar, que goza de un inmerecido prestigio de hábil pescador y hasta de una cobertura social que le hace atractivo para sus clandestinos colaboradores o sea sus indeseables clientes.

Y dado que la plaga puede aumentar es hora de acabar con estas complicidades y de poner en su sitio esas prácticas cada vez mas nocivas, sin justificación social alguna.

Aquel furtivo de necesidad no existe, lo que existe son los listos de turno sin escrúpulos, unos a los que sólo les ocupa su propio enriquecimiento y otros costear ilegalmente su ocio, ambos comerciando con lo ajeno, con los recursos pesqueros, que son y deben seguir siendo de todos los ciudadanos.

Esperemos que como en la caza, el furtivo pueda ser declarado delincuente ecológico lo antes posible, a ver si con el peso de la ley se acaba con esta lacra, que tanto perjudican a una actividad lúdica como la pesca marítima de recreo.